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miércoles, 30 de agosto de 2017
Anecdotas para morirse de risa
HISTORIA
DE UNA PARTIDA DE TRUCO
Comenzaron las clases en el colegio normal, yo
y mis compañeros del 5º C tomamos la costumbre de jugar al truco, todos los
recreos, horas libres, incluso las mismas horas de clase, todo el tiempo. Al
transcurso de algunos meses, ya éramos un grupo de unas seis o siete personas
que jugábamos, nos convertimos en expertos en la materia, ya conocíamos todas
nuestras jugarretas y estrategias. No quiero aburrirlos, así que mejor voy a
los hechos...
Cierta mañana de cierto día, nos acomodamos
cual siempre, tres contra tres (no voy a dar nombres para evitar conflictos),
la cuestión es que estábamos jugando la primera mano, yo tenía unos jugosos 33
puntos entre los dedos, pero no me tocaba cantar el envido, le hago señas a mi
compañero para que cante, incluso le dije por lo bajo - "canta", el
me miro un segundo y sin vacilar jugo callado su carta!!! Me comí los 33 puntos
en un pancho con salsa tártara...
Bueno... después de una severa discusión con
mi compañero seguimos jugando. Quien imaginaría mi buena suerte que nuevamente
tuve los 33 puntos en la mano. Nuevamente se dio la coincidencia de que tenía
que cantar el envido mi anteriormente errado compañero, esta vez me asegure de
decirle -"canta", el mundo prácticamente se detuvo para escucharlo al
decir sus palabras mágicas, yo ganar con mis 33 puntos en mano y ponerle fin al
partido, cuando de repente... -"truco" canta el muy inepto, siendo
peor que mi otro compañero tenía nada más y nada menos que otros 33 puntos en
su mano, lo que nos llevo a comernos 66 puntos en un choripan sin mayonesa.
Esta situación me hiso estallar en una
explosión de insultos, golpes y locura en contra de mi compañero que parecía no
importarle haber arruinado una de las mejores manos que hayan estado entre
nuestros dedos...
Desde ese día no volvimos a compartir una
baraja de cartas, y al fin mi compañero recibió un diploma de amargo en el
truco.
Esta es una historia real, ustedes dirán, no
es para tanto, debes en cuando uno puede sacar 33 puntos en una mano, pero yo
lo escribo para que sepan lo feo que es que le fastidien un juego tan
competitivo como es el truco a alguien como yo, que sabe jugar, hace años que
lo hago, y que tan fácil todo mi esfuerzo se va al caño por una persona torpe.
Trasladen esta situación desde una simple mano de truco a la realidad de todos
los días...
Saquen sus conclusiones.
CUENTO
DE UN BAR
Esta no sé si es una historia real, me la
conto alguien muy cercano a mí, según él le sucedió a un amigo una noche como
cualquier otra en un restaurant de su barrio, donde tuvo lugar una disputa
entre él y el mozo.
Resulta que Ricardo, un hombre ya mayor,
casado con hijos, solía salir con su grupo de amigos todos los viernes. Iban
siempre a comer a una especie de resto-bar "familiar" que está en
nuestro barrio, no hace falta agregar que las condiciones de higiene de este
comedor no son las más delicadas, sin mencionar el estado del baño de hombres,
que siempre se encuentra con el piso mojado vaya uno a saber de qué?, las
manchas de humedad recorriendo todas las paredes del lugar, un olor penetrante,
etc...
La cuestión es que cierto viernes, Ricardo y
sus amigos arribaron al comedor como todas las semanas, se sentaron en la mesa
y picaron algo de fiambre antes del plato principal. Ricardo había pedido como
de costumbre un abundante plato de ravioles con tuco. Pero ese viernes, noto
algo fuera de lugar, el mozo que llevaba las comidas de mesa en mesa, a la vez
que sostenía los platos metía su dedo pulgar dentro de la comida, lo que le
pareció de muy mal gusto. Cuando le trajo su plato de
ravioles, Ricardo le hace notar al mozo su
falta:
Ricardo - Disculpe señor, pero me parece que
esta fuera de lugar lo que está haciendo, está metiendo su dedo gordo en mi
comida y como estuve observando también en la de los demás.
Mozo - No señor, usted no entiende, es que
ayer me pico una abeja en ese dedo y lo que yo hago es mantener la yaga
calentita pa' que no se me irrite...
Ante la respuesta del mozo, Ricardo se puso
como loco, ya se quería ir a las manos, pero solo atino a decirle:
Ricardo - ¿Por qué no se mete el dedo en el
orto?
Y el mozo le afirmo:
Mozo - Es lo que hago entre plato y plato...
Imagínense como pudo terminar esta historia...
de qué otra forma sino enrollados en un mantel revolcándose a palos en el piso,
destruyeron dos mesas, una ventana, gran cantidad de botellas, entre otras
cosas.
Es una historia interesante, no sé si real,
pero lo que sí es seguro es que Ricardo no volverá a pedir ravioles con tuco...
HISTORIAS
DE BAÑO I: "Una fiesta alocada"
Esta es una historia real, le pasó a un amigo
mío, me pidió que no dijera su nombre, así que solo lo voy a mencionar como
“X”.
Resulta que X es un chico de muchos amigos,
acostumbrado a salir de juerga todos los fines de semana. Pero esta ocasión, la
fiesta a la que lo invitaron desembocaría en una situación un tanto incomoda
para X:
Se encontraban todos en la casa de una amiga,
mucha comida, mucho que tomar, y X no se hiso ajeno a la entrega. Comió como si
no hubiera un mañana, todo esto acompañado con mezclas de gaseosas y bebidas
alcohólicas muy bacanas que a lo largo de la noche le provocaron un revoltijo
estomacal severo.
Pasadas las 12 en punto, la situación se torno
incontenible, y tuvo que pedirle encarecidamente a su amiga que le prestase el
baño. Tras la respuesta afirmativa de la anfitriona, X rápido como el relámpago
se interno en el baño.
Una vez que el motivo de su angustia fue
expulsado con la fuerza de un toro, al señor inodoro le toco la tarea más
difícil: llevárselo todo, tarea que le resulto imposible realizar. X jaló y
jaló la cadena, pero el muerto… los muertos no se iban.
Ni hablar de cuando el nivel del agua comenzó
a subir dentro del retrete, X entro en pánico, pensaba “que le voy a decir a
esta chica ahora”. Entonces surgió como un león su lado más valiente, se
arremango los brazos, y como macho metió la mano hasta el hombro dentro del
inodoro. En un vaivén de sensaciones desagradables empezó a escarbar con la
punta de los dedos tratando de sacar lo que estaba tapando el caño. ¡Éxito! al
fin el agua cedió. Resulto ser una inmensa bola de pelos entremezclada con
cosas que mejor ni mencionar.
Se enjuago bien, se limpio todo el brazo, y
después de todas las penurias vividas, continuo con la fiesta como si nada
hubiera pasado.
Esta es una historia real, le paso a un amigo
mío…
HISTORIAS
DE BAÑO II: "Que nunca falte el 5º elemento"
Esta es una historia real, le paso a un
conocido.
Carlos es una persona normal, está casado,
tiene hijos, un trabajador dedicado; pero cuando se va de caravana le suceden
cosas como las que voy a contarles:
Carlos y sus amigos están preparando todo para
irse de viaje, un fin de semana lejos del trabajo y la familia, se van a ver el
rally. Una vez instalados los muchachos,
se encontraban en media montaña mirando la carrera, el tiempo estaba nublado y
el paisaje no dejaba nada a la imaginación. Volvieron temprano al hotel, ya
todos bañados salieron a comer algo.
Eran un poco más de las 12:30 cuando uno de los amigos propone una idea
interesante – “vamos a un cabaret”, todos sin dudarlo se prendieron con la
propuesta, excepto uno, así es, Carlos no estaba del todo convencido. La
cuestión es que entre las insistencias de los muchachos y el escaso carácter de
Carlos, terminaron por convencerlo.
Adentrados en la jungla de mujerzuelas,
comenzaron a beber. Carlos, hacía algunos días que no se sentía del todo bien,
sus constantes viajes obligados al baño se habían convertido en una molestia
para él. Y esta noche no fue la excepción. Acompañado por unos tragos que bebió
durante el día, el desarreglo estomacal se volvía cada vez más intenso e
insoportable. Increíblemente, aun así después de dos horas de juerga, Carlos se
resistía a sus imponentes ganas de ir al baño, hasta que no pudo más, la
presión lo estaba volviendo orate.
Se ausento unos minutos para ir al baño, quien
diría que serian unos de los minutos más largos de su vida.
Entro corriendo a la sagrada habitación, los
pantalones prácticamente se le cayeron solos, noto que la tapa del inodoro
estaba mal puesta, y antes de que pudiera reaccionar…
El chorro fugaz salió incontenible, sería muy
asqueroso entrar en detalle, pero si puedo decir que hasta el foquito de la luz
en el muy pequeño baño se ensució. El piso, las paredes, todo, absolutamente
todo.
Carlos no sabía dónde meterse, en ese momento
solo deseaba que se lo tragara la tierra. Pensó “tengo que limpiarlo”, para su
mala suerte el papel higiénico solo alcanzo para limpiarse el. Y sinceramente
no sabría decir si fue una idea brillante o de lo mas idiota… con billetes de
dos pesos comenzó a limpiar, pero calló en cuenta de que se estaba quedando sin
dinero. Nuevamente una idea llego a su cabeza… arranco los bolsillos de su
camisa y pantalón y siguió trabajando.
Finalmente, lo último que hiso fue desenroscar
el foco de la luz para que el próximo que viniera al baño no notara la
cochinada que había hecho.
Carlos aprendió, y que a vos también te sirva
de lección, que siempre, vallas donde vallas, estés donde estés, sea donde sea…
lleves el sagrado PAPEL HIGIENICO.
Esta es una historia real, le paso a un
conocido.
sábado, 26 de agosto de 2017
ANECDOTA
Mientras estábamos en la estación de tren de Osaka me entraron ganas de ir al baño a mear, cuando fui a tirar de la cadena: HORROR!!!! Aquello parecía un panel de la nasa y todo estaba escrito en japonés. Solución: Puse en marcha mis dotes de deducción, pensé para mí, vamos a ver, aquí hay mogollón de botoncitos escritos en un idioma que no entiendo y como yo fijo que hay un montón de gente que tampoco los entiende y hay un botón gordo resaltado de color rojo y que pone en inglés PUSH así que esto debe ser para algo importante. Ni corta ni perezosa y pensando que había escogido bien le doy al botoncillo rojo, de repente empieza una sirena: ninoninonino….madreeeee!!!! ya la he liado!!!! Como ya no tenía mucho que perder empecé a tocar todos los botones escritos en japo y allí empezó a saltar agua, a sonar pajarillos, etc, etc… así que salí para fuera y todas las japonesas que estaban espolvoreándose la cara con maquillaje se me quedaron mirando, yo me dije: piernas para qué os quiero así que salí escopetada para fuera y le dije a mi marido: corre!!! Él me pregunta: ¿has sido tú la de la alarma? No necesitó una respuesta…lo peor: policías salían como champiñones de todos los lados !!! Más tarde hablando con un chico japonés me dijo que seguramente habría apretado la alarma antivioladores…
martes, 22 de agosto de 2017
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